visto y no visto
Somos lo que comemos
Políticamente el españolejo lleva casi un siglo comiendo paja, y eso nos da una tribu de adultos que piensan como niños
Osos de peluche
La facecia
El hombre es lo que come. «Der Mensch ist was er isst», según el materialista alemán Feuerbach. «El león es cordero asimilado», según el poeta vizcaíno Basterra, con busto en Bilbao. «El animal locuaz llamado hombre piensa por mor del pienso», según el profesor granadino ... Nicolás R. Rico, originalísimo estudioso de Marx («críticamente emparedado entre un griego, Aristóteles, y un inglés, Hobbes») que dio con nuestra gran paradoja:
—La gran paradoja la tenemos ante nuestros ojos de españoles: España, un país muy rico en calamidades civiles de todo género, es comparativamente pobrísima en Teoría Política, aunque abunde en suspirados ayes y enfebrecidas condenaciones.
El papeo es la única razón de ser del liberalio, ayuno de teoría política y ahíto de lo que lo parece. ¿Qué le ha dado la España liberalia al mundo? El hambre del consenso, salsa de todos los guisotes políticos en las sociedades tribales, condenadas a consensuar, si no quieren desaparecer. Políticamente el españolejo lleva casi un siglo comiendo paja, y eso nos da una tribu de adultos que piensan como niños, con lo cual, si todavía nos paramos a considerar los chismes políticos, es por la ilusión de que algún niño nos salga adulto y arrancarlo de la urna estatal como el que arranca otro pelo al lobo del cuento (¡el lobo hobbesiano!).
—¡Te cacé, nihilista! Sólo los pensamientos erectos y andantes son valiosos.
Eso mismo vino a decirle un nietzscheano Ortega a Octavio Paz en el Hôtel du Rhône, de Ginebra: «Aprenda el alemán y póngase a pensar. Olvide lo demás». Y añadió: «Pensar es una erección. Y yo todavía pienso».
Asistimos al espectáculo europeo que las Venus de Zugarramurdi en Bruselas ofrecen de Rumanía, de Francia y, desde luego, de Alemania, con los sorprendentes comentarios de los americanos Vance («Occidente derribó el Muro de Berlín. Y ha sido reconstruido, no por los rusos, sino por el 'establishment' alemán») y Rubio («Alemania acaba de otorgar a su agencia de espionaje nuevos poderes para vigilar a la oposición. Eso no es democracia, es tiranía disfrazada»). 'Sorprendentes' porque fueron ellos, con su ejército vencedor, quienes impusieron el sistema diseñado para hacer lo que hace. El Estado de Partidos, explica su mayor estudioso, lo construyó el vencedor estadounidense con los materiales de derribo de los Estados Totalitarios: «Los partidos liberales, socialistas y comunistas se hicieron estatales para vivir como órganos del Estado, financiados por el fisco y con privilegios políticos que no tienen los particulares. El enemigo directo de la libertad ya no es el gran capital, sino los partidos estatales y los medios de comunicación partidistas. Los antiguos partidos de la sociedad política fueron eliminados por el Partido único del Estado Total«, con la corrupción como único factor de gobierno.
La desaparición del Estado de Partidos pasa únicamente por el cambio (nunca la reforma) constitucional.
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