sin punto y pelota
Hasta luego, Maricarmen
Se ha separado, ha tenido un cáncer de mama, ha querido recuperar su piso de soltera, y no ha podido
En este mundo de papis y mamis hay que decir desfavorecidos y no pobres y, mejor, vulnerables. Queda muy considerado. Que pueden sufrir un daño. Que pueden pasar a ser víctimas. De lo que sea. Del sistema, del malvado capitalismo. Del heteropatriarcado. Desde hace varias ... prórrogas del real decreto que impide ejecutar desahucios a inquilinos calificados de vulnerables, podemos añadir una nueva categoría: aquellos propietarios que son víctimas, ellos sí, del buenismo de nuestro Gobierno. Mientras, los susceptibles a que permee en sus cabezas el pensamiento de izquierdas más mágico creen que todos los 'inquiocupas' habitan en pisos que manejan despachos de Manhattan. Y no Maricarmen.
Maricarmen Ramos, piso en Churriana, Málaga, que aloja a familia portuguesa con tres hijos mayores de edad que no le pagan el alquiler desde hace cuatro años. Mientras, ella se ha separado, ha tenido un cáncer de mama, ha querido recuperar su piso de soltera, y no ha podido. Le faltaban puntos para su vulnerabilidad y, según contó a este periódico, los servicios sociales le aconsejaron que declarara ser víctima de malos tratos por su expareja. Incitación a la mentira desde servicios públicos. Ella se negó. Y ha pasado a ser una víctima de la legislación buenista, la que anima en la carrera para ver quién es más falso vulnerable, la maltratada por prescripción administrativa o los sin ingresos en A y salidas a bares en B. Una arquitectura de incentivos bien planteada.
Alquilar a familias con niños, a madres solteras o a cualquiera que se califique en el real decreto de vulnerable ha convertido en vulnerables de impago a cualquier propietario. Por eso, muchos han decidido no alquilar a esos colectivos. ¿Que eres viuda a cargo de un hijo discapacitado? Pues va a ser que no. Suben los alquileres, avales leoninos, 'casting' complicados para hacerse con un piso a precio de oro. Y viviendas vacías. O turísticas. Exitazo.
«Yo no soy una vivienda social», decía Maricarmen al periódico. Y nadie debe serlo en contra de su voluntad. Para eso, el Estado ha previsto un mecanismo complicado burocráticamente que compense a esos propietarios convertidos en albergues municipales en contra de su voluntad. El proceso para solicitar la compensación es tan farragoso que sólo los que consiguen un enorme subidón de adrenalina cuando vencen al aparato burocrático de las administraciones se lanzan a perseguirlo hasta el final. Si fuéramos por aquí de evaluar políticas públicas sería interesante saber cuántos propietarios se han enterado de que existe esa compensación, cuántos han iniciado el proceso y finalmente el porcentaje de los que lo han logrado.
Ahora que recibimos los borradores de Hacienda es un gustazo leer noticias así, a ser posible montada en un tren que acumule retraso y después de ver a Patxi López poner carita de perro pachón preguntándose qué hace el Gobierno para que se le odie tanto. Que vaya y le pregunte a la cara a Maricarmen. Después de su última visita a un organismo oficial, con cita previa, en el que se hayan encogido de hombros: «Hasta luego, Maricarmen».
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