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ABC Cultural

Crítica de 'Una noche sin saber nada' (**): Romanticismo y pancarta en la primera película de Payal Kapadia

Es una película completamente de ella, de Payal Kapadia, de sus cosas, de su entorno, de sus observaciones, de sus deseos de experimentar con el texto y la imagen

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'Una noche sin saber nada'
Oti Rodríguez Marchante

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Con apenas dos películas, la directora india Payal Kapadia ha conseguido gran reconocimiento internacional gracias a su paso por los Festivales, especialmente el de Cannes, donde con 'La luz que imaginamos' recibió el Gran Premio del Jurado. La película que se estrena ahora es la anterior y primera que hizo, 'Una noche sin saber nada', que ganó el Golden Eye al mejor documental también en Cannes en 2021. El cine de Kapadia es radicalmente distinto al más popular de su país, el llamado cine de Bollywood, está lleno de sensibilidad, sentimiento y sutilezas visuales y argumentales, con unas imágenes dulces aunque en el interior de ellas anide a menudo una gran dureza.

'Una noche sin saber nada' puede inscribirse dentro del documental, pero su ambición estética y lírica sobrepasan los límites del género e introduce en la historia que cuenta mucho de ficción, de fantasía y sueños. En la línea de salida del argumento está la historia de L, una estudiante cuya voz en off y la lectura de unas cartas transmite todas sus frustraciones con el hombre que ama, con la situación estudiantil, con la opresión en la India y la injusticia de las castas, y acumula en la pantalla materiales de todo tipo, desde imágenes de archivo de las manifestaciones, tomas líricas, originalidad en los encuadres y en la iluminación (siempre extrema en luces y sombras, y con un blanco y negro como lavado, granulado y brumoso), constante acceso a la información de periódicos y un tono político, de denuncia, de pancarta y en ocasiones nostálgico.

Es una película completamente de ella, de Payal Kapadia, de sus cosas, de su entorno, de sus observaciones, de sus deseos de experimentar con el texto y la imagen, y esa 'intimidad' casi de diario que rebosa deja muy a este lado de la pantalla al espectador digamos común. No es un hilo difícil de seguir, ni su entrelazado político y romántico, pero está tan estirado y estilizado que se hace bola y cuesta no dispersarse ante la evolución de los hechos y sentimientos. Tiene ese aroma de importancia de quien sabe que lo es, aunque le falta la naturalidad, en cierto modo, la humildad, de quien quiere implicar a los demás con lo suyo.

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