El consejo de una neurocientífica a padres de niños con trastornos del lenguaje sobre cómo potenciar su desarrollo cognitivo
Manuela del Caño participa esta semana en la sexta edición de las Jornadas Neurocientíficas y Educativas de la Fundación Querer
La sorprendente reflexión de una psiquiatra infantil: «A veces los niños salen bien a pesar de los padres»

«Llenad vuestra vida de música. Aunque suene como algo romántico, puedo asegurar que os hará mucho bien a todos». Con este consejo para las familias que tienen hijos con problemas de neurodesarrollo comienza la entrevista Manuela del Caño, doctora en Neurociencias y profesora de la Universidad de Burgos. Se refiere esta científica las familias cuyos hijos presentan diversas enfermedades neurológicas infantiles y trastornos del lenguaje (TDL). La condición de estos menores, explica Del Caño, «hace que no sepan interpretar el tono de los mensajes que reciben. Esta incapacidad para procesar el lenguaje les impide entender instrucciones, ya que no consiguen ni transmitir ni Interpretar la entonación, el tono y el ritmo del habla. Nosotros hemos decidido cambiar el enfoque y centrarnos en cómo mejorar la capacidad de aprendizaje de los niños con lo que ya saben. El lenguaje no está en su cerebro, pero la música sí, es algo innato en todos y es una manera de trabajar. Cuando hay problemas de comunicación, la música se convierte en una alternativa».
Ella es una de las firmantes, junto a Annika Linke, profesora de la San Diego State University y Wolfram Hinzen, profesor de Investigación de ICREA/Universitat Pompeu Fabra, del estudio 'El impacto de la música en el cerebro: su poder neuromodulador en el desarrollo del lenguaje', cuyo objetivo ha sido «comprobar la eficacia de emplear la propia prosodia musical (el timbre, la entonación, las acentuaciones, la melodía…) para otorgar significado a la entonación y el ritmo del lenguaje en niños con enfermedades neurológicas infantiles y TDL».
Estos investigadores han demostrado a través de resonancias magnéticas funcionales (nada habituales) realizadas en los hospitales HM de Madrid el efecto modulador de la música en el desarrollo del lenguaje. «Hemos visto que en solo cuatro meses de entrenamiento musical en los niños escolarizados en el colegio de Celia y Pepe producen cambios en el cerebro en la dirección que esperábamos. Realmente la música es una herramienta que no tiene pegas, es divertida… Y no solo no tiene 'efectos secundarios' sino que hay ya muchos estudios que demuestran que escuchar música, y sobre todo hacer música, pone en funcionamiento más áreas del cerebro que ninguna otra. Es decir, que haciendo una única actividad concreta se produce en muchas regiones del cerebro dopamina, que es un neurotransmisor relacionado con sentirse bien». Los resultados finales de este estudio se darán a conocer por primera vez en la sexta edición de las Jornadas Neurocientíficas y Educativas de la Fundación Querer, que tienen lugar entre el 10 y 11 de junio de 2025 y que reunirá en Madrid a más de treinta expertos mundiales en trastornos neurológicos y enfermedades raras. Ella lo viene defendiendo desde hace tiempo, pero esta investigación, explica, «pretende demostrarlo científicamente. Porque la realidad es que a la música no se le da la importancia que merece en la sociedad y no hay más que ver cómo se reducen las horas de música en los centros escolares cuando nosotros sabemos que es un elemento de desarrollo cognitivo».
¿Qué significa que la música tiene un poder neuromodulador en el cerebro?
Significa que la música tiene la capacidad de influir en la actividad del cerebro, modificando procesos cerebrales relacionadas con la atención, la emoción, la motivación, la memoria o el lenguaje. La música no solo activa las zonas auditivas, sino que implica redes que conectan el sistema límbico (donde se procesan las emociones), el sistema motor y áreas del lenguaje, generando cambios tanto estructurales como funcionales en el cerebro. La música es la actividad que más regiones cerebrales pone en funcionamiento a la vez, es capaz de aumentar el grosor del cuerpo calloso («el puente que conecta los dos hemisferios cerebrales») y además es, junto con comer o el sexo, la actividad que más dopamina produce en el cerebro. La dopamina es un neurotransmisor que forma parte del sistema de recompensa de nuestro cerebro. Algo muy bueno le debe hacer la música al cerebro para que nos premie con dopamina.
¿Cuáles son los beneficios concretos que han observado en su estudio?
Los datos concretos de nuestro estudio los presentaremos en las Jornadas de Neurociencia de la Fundación Querer en unos días. Pero puedo decir que hemos visto una gran plasticidad neuronal sensible a la música en muy poco tiempo. Tras solo unos meses de «entrenamiento musical» hemos podido observar cambios muy significativos en la manera en la que el cerebro responde a diferentes estímulos. Haber podido ver un efecto tan grande después de unas clases de música refuerza de manera contundente y científica la gran importancia de la música como herramienta de desarrollo cognitivo.
¿Con qué evidencia científica cuentan? ¿Cómo se 'mide' esto? ¿Con imágenes?
Contamos con una combinación de evidencia conductual y neurofisiológica. Utilizamos tests estandarizados para medir el nivel de lenguaje, las habilidades musicales o la percepción prosódica (la parte del lenguaje que contiene las emociones y las intenciones detrás de las palabras). Además, hemos empleado técnicas de neuroimagen como la resonancia magnética funcional (fMRI) para observar cómo responde el cerebro antes y después de las intervenciones musicales. La resonancia magnética funcional nos proporciona imágenes que permiten ver qué regiones del cerebro se activan ante un estímulo como escuchar un fragmento de un cuento o una melodía musical.
¿Cómo se aplica cuando ocurren trastornos del lenguaje? ¿En qué tipo de intervenciones?
A través de actividades musicales diseñadas específicamente para niños con trastornos del lenguaje. Estas actividades están diseñadas para entrenar al cerebro para mejorar en el procesamiento de parámetros acústicos relacionados con la prosodia del lenguaje. El objetivo es ayudar a desarrollar y reforzar las vías cerebrales encargadas en el procesamiento y producción del lenguaje o proporcionar rutas de procesamiento alternativas que compensen los fallos que puedan tener estos niños. Y lejos de aplicar terapias costosas y frustrantes, a través de la música podemos hacerlo de manera más lúdica, emocional y multisensorial, lo cual favorece la plasticidad neuronal. Y sin efectos secundarios.
¿Cómo puede la música ayudar a aprender o mejorar la memoria?
La música facilita la codificación, el almacenamiento y la recuperación de la información. El ritmo marca patrones que ayudan a fijar secuencias, mientras que la estrecha relación entre la música y las emociones mejora la consolidación de la memoria a largo plazo. Podemos recordar más música que cualquier otro tipo de información. Piensa cuántas canciones podrías reconocer. Y además la memoria musical es el último bastión del cerebro que resiste a las enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Por tanto, aprender con música es memorizar más rápido y más permanentemente. Lo hemos hecho toda la vida con las tablas de multiplicar, por ejemplo. Con el auge de la Inteligencia Artificial surgen herramientas muy interesantes para poder componer en poco tiempo letras y canciones personalizadas sin necesidad de saber música abriéndose un mundo de posibilidades pedagógicas.
¿Hasta qué edades sería beneficiosa para mejorar el aprendizaje?
El cerebro es plástico durante toda la vida, pero es cierto que durante la infancia y la adolescencia la capacidad de moldearse a través de la experiencia sensorial es mayor. En las etapas en las que aún no está consolidado el lenguaje, nos comunicamos a través de nuestras emociones. Somos seres musicales. La música tiene una vía directa hacia las regiones cerebrales relacionadas con las emociones. Es por esto que, en los primeros años, la música conecta tanto con los niños. Nuestro estudio abarca un rango de edad bastante amplio y en todos los casos hemos visto cambios tras el entrenamiento musical. Yo estoy segura de que la práctica musical ofrece beneficios a cualquier edad. Para mi debería ser un derecho universal. Todos deberíamos hacer música, como quien va al gimnasio o a pasear por el campo. No se busca ser músico profesional ni dar conciertos en auditorios. Simplemente realizar una actividad intrínseca al ser humano, tan básica y beneficiosa como comer o andar.
Cuando se trata de niños, ¿hay alguna 'ventana de oportunidad' más marcada a una edad temprana concreta?
Como he dicho, cualquier edad es buena. Si bien es cierto que en las primeras etapas (hasta los 7 años aproximadamente) nos encontramos en una etapa de máxima receptividad a los estímulos auditivos y motores y cuando se consolidan los circuitos que integran el lenguaje, la atención y la emoción.
Introducir la música de forma sistemática y significativa durante esta ventana crítica puede tener efectos duraderos no solo en las habilidades musicales, sino en el desarrollo cognitivo y lingüístico general. No solo deberían darse más clases de música, sino que debería usarse la música como herramienta didáctica en todas las materias. Por desgracia, y a pesar de la evidencia científica, nuestro sistema educativo parece no darse cuenta del gran poder neuromodulador de la música, ya que es la primera materia que se recorta cuando hay reformas o queda relegada a una asignatura marginal. Con nuestro estudio esperamos añadir nuevas evidencias científicas de este gran poder de la música.
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