Malva de Perkin, el experimento fallido que tiñó el mundo
ciencia por serendipia
El descubrimiento del primer colorante sintético fue llevado a cabo por un curioso joven británico que quería obtener quinina
El descuido del papel amarillo que nos endulzó la vida

En la Inglaterra victoriana la ciencia y la industria vivían una auténtica revolución. El carbón, el vapor y la química estaban transformando la vida cotidiana, pero aún había retos por resolver. Uno de ellos era la malaria, una enfermedad devastadora para los europeos que ... viajaban a las colonias. El único remedio eficaz en aquellos momentos era la quinina, extraída de la corteza de un árbol sudamericano, pero su obtención era cara y complicada.
En este contexto un joven británico de apenas dieciocho años -William Henry Perkin- se propuso un objetivo ambicioso: sintetizar quinina en el laboratorio y, de paso, hacerse rico y famoso. Perkin, hijo de un carpintero y educado en colegios privados, era un apasionado de la química desde niño. A los quince años ingresó en el Real Colegio de Química de Londres y pronto se convirtió en asistente del prestigioso químico alemán August Wilhelm von Hofmann.
Hofmann, consciente del problema de la malaria, propuso a sus alumnos el reto de obtener quinina artificialmente a partir de compuestos derivados del alquitrán de hulla, una sustancia abundante y barata en la Inglaterra industrial.
Durante unas vacaciones, mientras su mentor estaba de viaje, Perkin decidió experimentar por su cuenta en el laboratorio improvisado de su casa. Su objetivo era oxidar la anilina, un compuesto aceitoso y maloliente extraído del alquitrán de hulla, con la esperanza de obtener quinina. Pero lo que consiguió fue un precipitado negruzco, una especie de alquitrán oscuro que cualquier químico habría desechado sin dudar.
El color púrpura
Aquí entra en juego la serendipia. Mientras limpiaba el vaso de precipitados con alcohol, Perkin notó que el residuo se disolvía y teñía el líquido de un color púrpura intenso y brillante, como jamás había visto antes. Intrigado, repitió y perfeccionó el experimento, comprobando que la sustancia teñía la seda de manera excelente y que el color era resistente y duradero.
Perkin llamó a su descubrimiento «anilina morada», aunque pronto sería conocido como malveína o, simplemente, «malva de Perkin». Decidió patentar el producto y, con el apoyo de su padre y su hermano, fundó una fábrica para producir el tinte a escala industrial. El color púrpura, símbolo de la realeza y la riqueza desde la antigüedad, era hasta entonces extremadamente caro, pues se obtenía de la mucosa de ciertos moluscos o de líquenes raros. La malva de Perkin, en cambio, era barata, abundante y fácil de aplicar.
El éxito fue inmediato. Los tintoreros franceses adoptaron rápidamente el nuevo tinte, que pronto se puso de moda en toda Europa. Incluso la reina Victoria lució un vestido teñido de malva en la Exposición Real de 1862, consolidando la popularidad del color y desatando la llamada «década malva». Perkin, a los veintiún años, ya era millonario y había creado una nueva industria: la de los tintes sintéticos.
El descubrimiento de Perkin hizo que la moda se democratizara: lo que antes era exclusivo de la aristocracia, ahora podía lucirlo cualquier persona. El color púrpura, reservado durante siglos para emperadores y obispos, se convirtió en el favorito de la clase media emergente. Las calles de Londres y París se llenaron de vestidos, sombreros y accesorios teñidos de malva, y la industria textil vivió una auténtica fiebre del color.
El inicio de la industria química moderna
El éxito de la malveína, además, estimuló la investigación en química orgánica y la búsqueda de nuevos colorantes sintéticos. En pocos años, otros químicos europeos, especialmente en Alemania, desarrollaron tintes de todos los colores imaginables, como la fucsina (rojo) y el azul de metileno. La colaboración entre científicos y empresarios convirtió a la industria química del tinte en una de las más potentes y avanzadas del mundo.
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La síntesis de colorantes fue también el punto de partida para el desarrollo de la química farmacéutica y de los plásticos. Muchas de las técnicas y procesos industriales nacieron de la búsqueda de nuevos colores para la moda y la industria textil. Y todo gracias a Perkin, el químico que buscaba un remedio contra la malaria.
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