La ola antipantallas tirará por la borda 2.145 millones invertidos en los colegios
Parte de los fondos europeos Next Generation se han destinado a la formación tecnológica de los profesores o la compra de dispositivos
Inger Enkvist: «Hasta la universidad, los alumnos no deberían estudiar con pantallas»
Gregorio Luri: «Si prohibimos las pantallas en el aula no seremos una sociedad competente»

Madrid inició hace unas semanas la senda hacia la gran desescalada digital en los colegios con su plan de eliminar el uso individual de los dispositivos en las aulas. «En Educación, uno puede encontrar estudios para defender una tesis y su contraria», afirmaba hace ... unos días el filósofo y pedagogo Gregorio Luri en ABC. Porque, al margen de los argumentos a favor y en contra del uso de tabletas en los colegios, el fin del idealismo digital en las escuelas supone dar un volantazo en la política educativa que, hasta ahora, no salía del mantra de la digitalización y la necesidad de acelerarla. De hecho, la Lomloe, que se aprobó hace cinco años, repite decenas de veces esa palabra: digital.
Ese tecnoptimismo llevó al Ministerio de Educación a destinar generosas partidas para dotar de dispositivos a los colegios públicos, pero también a formar en el uso de las tecnologías a los profesores, instalar redes wi-fi y, por ejemplo, garantizar la docencia en situaciones como la pandemia.
En total, según datos proporcionados a ABC por el departamento que dirige Pilar Alegría, en la última década se habrían gastado 2.145 millones de euros en llevar estos recursos a los colegios públicos españoles. Una gran suma (1.300 millones) procede de los fondos europeos Next Generation. Otra gran partida (360 millones), el Programa Código Escuela 4.0, se ha destinado a formar tanto a docentes como a alumnos en adquirir determinadas competencias.
¿Fue la digitalización un derroche?
¿Fue aquello un derroche? Los bandos, por una vez, no están claramente diferenciados. Dentro del Partido Popular, Ayuso encabeza el sector antipantallas que ha adquirido cierta popularidad entre los padres, aunque parece que varias comunidades autónomas como Murcia la seguirán. Sin embargo, perfiles en el Gobierno de Pedro Sánchez, como la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, han manifestado en las últimas semanas posiciones cercanas a la tecnofobia. En las antípodas se encuentran la escuela concertada y la privada, unidas a favor de continuar por la vía de la digitalización, así como la mayor parte de los sindicatos de profesores. Entre otros motivos, porque les «indigna» –reconocen sus portavoces– verse abocados a desperdiciar el esfuerzo económico de los últimos años.
Este periódico ha solicitado a las asociaciones de centros privados y concertados datos de inversión en digitalización en los últimos años. Según cifras proporcionadas por Cicae (asociación de colegios privados independientes de ámbito nacional), uno de sus centros de Madrid lleva gastados en 11 años 139.400 euros.
En el wi-fi han invertido 35.000 euros; en sistemas para evitar el acceso de sus alumnos a contenidos no adecuados, 11.000; en puntos de wi-fi físicos y conmutadores, 31.400; en formación de los profesores, 6.000 y en iPads y fundas, 56.000 euros. Este colegio ha preferido no hacer público su nombre, pero sí lo ha hecho el colegio británico de Aragón que, desde 2014, ha invertido más de 211.000 euros en digitalización.
Desde Escuelas Católicas, señalan que, en líneas generales, los centros concertados no han podido acceder a los fondos Next Generation de la Unión Europea para digitalización, dado que las consejerías de Educación han derivado esos fondos a centros públicos. Asimismo, las inversiones que han hecho los colegios concertados en fibra óptica, puntos wi-fi, o, por ejemplo, pizarras digitales, las tenían que hacer hubiesen apostado por las tabletas o no, pues los profesores usan programas digitales para comunicarse con los alumnos y las familias.
En cualquier caso, expresan desde Escuelas Católicas, las inversiones «obligatorias» hay que hacerlas aunque los alumnos no usen tabletas y pueden suponer unos 15.000 euros por línea. En los colegios con tabletas hay variedad puesto que en algunos centros corren a cargo de las familias y en otros la presta la propia escuela. Las mismas administraciones que empujaron a los centros a la digitalización y «responder a los retos del siglo XXI», ahora buscan dar marcha atrás. Desde los colegios que se modernizaron se preguntan: «¿A qué precio»?
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete