La dorada tribu
Paulina, la rubia inflamable
Es una diva de mucho tinte, una rubia show, una cabreada del sexipop. Es una superventas de sí misma, entre el arrebato y el capricho
Cayetano, el duque que huía del aburrimiento
Alejandro Sanz, un corazón sin coraza

Yo diría que Paulina Rubio practica el cabreo como entretenimiento. Algo así. Lleva el arrebato como otras gastan en bisuterías. Ahora está en el culebrón del momento por nuevas discordias, que son muy antiguas, con su 'ex' marido, Nicolás Vallejo Nájera. Quiero decir ... que esta pareja ya desemparejada no acaba nunca el ánimo de divorcio. A poco de aquella boda, una 'ex' novia de Nicolás, famosa y televisiva, me dio el pronóstico en una cena: «Tiene marido para rato». Quería decir aquella guapa lo que luego vimos: que Nicolás es un campeón de paciencia, y hasta le llevaba a Pau el perrito por los aeropuertos. La paciencia se agotó, y el perrito quedó para figuración de 'reality', porque Pau es de hacer 'reality', en su país. Los amigos de Nicolás apuntaban que Pau era «una diva caprichosa», pero para eso no hace falta frecuentar mucho a la cantante, porque cualquiera que se haya cruzado un rato con ella conoce su nervio inolvidable, y de pólvora. Hubo quien arriesgó que a la boda, en Méjico, llegaron Pau y Nicolás con mucha pretemporada de desavenencias conyugales. Aquí empezamos a calibrar a Pau cuando era la novia transoceánica de Ricardo Bofill, una monada sargento que a veces hasta le acompañaba en las noches efervescentes de 'Tómbola'.
El matrimonio de Pau y Colate, porque entonces les llamábamos Pau y Colate, fue la crónica de una separación reanunciada. La pareja vivió muchas galas de crisis
La antipatía la iba gastando de oficio natural, como la minifalda cinturón. No es raro que a veces se pase de rubísima, y esto supongo yo que ya lo sabía Nicolás cuando se ocupó, en la boda propia, del «despliegue logístico», por rescatar sus palabras de premarido entregado y lo mismo hasta ilusionado. El matrimonio de Pau y Colate, porque entonces les llamábamos Pau y Colate, fue la crónica de una separación reanunciada. La pareja vivió muchas galas de crisis, entre las galas propiamente dichas. Se anunció tan a menudo la ruptura que ya casi era más noticia que siguieran juntos. Lograron el divorcio imposible, como el matrimonio. Hasta hubo mucho guateque de trifulca, con el hijo de ambos de por medio. Más o menos, lo que pasa ahora, que ya vemos que viene de muy lejos. La pareja cumplió muchos años de folclore administrativo, en Miami, donde vivían, con lo que les ha ido durando más el desacuerdo que el matrimonio. Y sin el casi, quizá. No me sorprende que Nicolás llevó todo aquel purgatorio entre «el desconcierto y el cabreo», según el día. Llegó a sentirse «desgraciado». En medio de la nada del confinamiento, salió Paulina a hacer un conciertito por pantalla, desde su retiro. Y parecía que iba muy animada de Solán de Cabras. En las redes hubo mucho asombro, porque Paulina pronunciaba mal, y tarde, y decía 'causa', en vez de 'casa', por dar algún ejemplo de alegre traspié. De manera que ella asomó a hacer su show, y el show quedó luego en internet. Pau siempre va muy animada de sí misma, eso sí. Yo creo que para ella nos sirve aquella máxima de los dandis, sólo que en otro plan: «Cometí en la vida muchos errores, salvo cambiar de estilo». Porque no cambia Pau el estilo, aunque le ponga mucho ajetreo al vestuario volandero.
A veces, no hay quien la entienda, pero sí. Quiero decir que la mejicana es una diva de mucho tinte, una rubia show, una cabreada del sexipop. Es una superventas de sí misma, una chica inflamable, entre el arrebato y el capricho. Ella sigue tan a lo suyo, de aquí para allá, sin consorte conocido que le lleve el caniche por los aeropuertos.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete