Gan Pampols: «Mi trabajo terminará entre finales de año y principios del que viene»

También puso condiciones para incorporarse, en su momento más crítico, al Gobierno valenciano del PP en minoría que lidera Carlos Mazón. Pidió que «no fuera la ideología la que dirigiera la toma de decisiones, sino la técnica, la razón y la oportunidad», además de poder elegir a su equipo. Dicho de otro modo: quería conservar su independencia. Hasta ahora, afirma, esas exigencias se han cumplido y no se ha arrepentido de haber dado el paso. En 2021, poco después de entrar a la situación de reserva, le ofrecieron incorporarse a un partido. No revela qué formación se lo propuso, pero recalca que no aceptó entonces y tampoco lo ha hecho ahora. «Una cosa es entrar en política y otra pertenecer a un órgano político, pero con una tarea concreta y circunscrita», defiende.

Sus años en Valencia al frente del Cuartel General Terrestre de Alta Disponibilidad, uno de los 19 destinos que ha tenido en el Ejército, le permitieron no partir de cero en su conocimiento de la zona que tiene el encargo de volver a poner en pie y preparar para el futuro. Sobre la larga mesa que preside su despacho, bastante sobrio, se extiende un mapa de la provincia de Valencia, que quedó arrasada en gran parte por unas inundaciones históricas el pasado 29 de octubre. De la pared cuelga otro de la Comunidad Valenciana. Su «misión», como él mismo recuerda, no se queda sólo en el área más afectada, sino en toda la región.

El plan de reconstrucción que presentará a finales de junio incluirá más de 400 acciones, a corto o largo plazo, en materia social, medioambiental, industrial, comercial y de infraestructuras. Su ejecución empezará en julio, pero el trabajo se alargará «lustros», dependiendo de la complejidad de cada actuación. La Generalitat tendrá que pagar esta factura, necesariamente, con la ayuda del el Gobierno central. Para la redacción de ese plan ha echado mano de una consultora, una decisión también puesta en duda por la oposición, pero que Pampols defiende ante la falta de medios de una administración desbordada por la catástrofe. Algo que está ocurriendo en los Ayuntamientos afectados, con problemas para poder tramitar los proyectos por la falta de personal especializado pese a tener meses ya el dinero transferido por el Ejecutivo -más de 1.700 millones en total- en sus arcas.

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R. Pérez

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Ese plan es la segunda fase de un método que se inició realizando un diagnóstico de la situación -un resumen pormenorizado en el que se cifraron los daños de la barrancada en 17.800 millones de euros- y que terminará con el seguimiento del mismo. Su contenido es todavía una incógnita.

Mientras, lo urgente para la vida de las localidades afectadas se concentra, sobre todo, en las reparaciones de infraestructuras y el problema de los ascensores. La escasez de mano de obra y de empresas especializadas está dilatando el proceso.

-¿Cuándo cree que podría estar finalizado su trabajo?

-Cuando tenga la certeza de que los programas a corto plazo están contratados y en ejecución y cuando las actuaciones que distribuyamos a cada una de las consellerías empiecen a ponerse en marcha.

-¿Seis meses, un año...?

-Me gustaría pensar que entre finales de este año y finales del primer trimestre del año que viene esto debiera razonablemente de estar en marcha.

-¿Cree que Mazón dimitirá?

-No tengo una opinión al respecto. Opinar de lo que los demás hacen o deben de hacer es algo que no he hecho nunca. Y no voy a empezar ahora.

-¿Se irá si dimite?

- Yo no estoy aquí por el presidente, sino porque este presidente me pidió que hiciera una cosa. Si dimitiera, lo que haré será poner mi cargo a disposición del siguiente presidente.

A Pampols se le nota incómodo posando para nuestro fotógrafo, pero cuando empieza a responder a las preguntas se muestra muy didáctico. Encadena conceptos como si estuviera impartiendo una clase. Se ha levantado a las seis y media de la mañana y conserva el hábito de hacer deporte. «Es la forma en la que estoy a solas con mis pensamientos y resuelvo dudas. Me gusta empezar el día con las ideas claras, repaso la agenda y establezco prioridades», cuenta. A partir de las nueve y cuarto, cuando llega a la sede de la Consellería, empieza a coordinarse con su equipo. Intenta evitar las reuniones largas. «Los informes que me llegan sobre distintas cosas se miden por metros cúbicos de papel», ejemplifica. Si no hay programadas visitas a municipios, abandona el edificio, lo que antaño fue una clínica de maternidad en el paseo de la Alameda, alrededor de las siete y media de la tarde. Su familia, relata, sabía que no podía decir que no a este reto.

«Nosotros no imponemos las decisiones. Escuchamos a todo el mundo. No vivimos de esto ni para esto. Ahora mismo nuestro trabajo es sacar adelante un compromiso. Una vez acabado, nos vamos», sostiene. Habla en plural porque a pocos metros, en el mismo pasillo, está el despacho de su 'número dos', el secretario autonómico Venancio Aguado de Diego, también militar retirado. El nombramiento de ambos no fue bien recibido por todo el mundo. No ayudó la lectura que se hizo de algunas de sus primeras declaraciones tras convertirse en el golpe de efecto de Mazón, en las que Pampols dijo que no iba a aceptar directrices políticas cuando acababa de aceptar un cargo político, aunque quisiera distanciarse de las luchas partidistas.

Recuerda que fueron generales del Ejército quienes coordinaron la reconstrucción de la catedral de Notre Dame en París o la vacunación contra la Covid en Italia. El almirante en la reserva que hizo lo mismo en Portugal ahora se postula a la jefatura del Estado del país luso. «Somos funcionarios públicos. Tenemos una serie de experiencias. Hemos desarrollado la acción de mando, conocemos técnicas de liderazgo y las ponemos en práctica. Tenemos la mente estructurada para tomar decisiones y buscamos siempre el mayor bien para el mayor número con el menor perjuicio para el menor número, así que somos finalistas», subraya.

Es la disciplina que aplican en una consellería que trabaja con lo mínimo y que está llamada a desaparecer cuando el resto de departamentos del Ejecutivo autonómico empiecen a activar el plan previsto para cada uno de sus ámbitos de competencia. «No son extraterrestres ni autoritarios, son personas normales, aunque muy cultas. Se nota esa educación militar, pero no están todo el día formados y con el silbato», cuenta una técnico con experiencia en otros departamentos de la Administración valenciana. «Una de las grandes diferencias es que, a la hora de tomar decisiones, no están pendientes de lo que van a decir de nosotros», agrega. «Tienen una forma muy ordenada de trabajar en equipo. Cuando uno toma una decisión, no hay cambio de postura», explica otro miembro del equipo de Pampols.

«Lo más militar que he visto es la preocupación por sus subordinados, sin ser paternalistas», apunta. Nadie se sienta en la mesa de la reunión hasta que se sienta el vicepresidente y los informes no pueden demorarse 'sine die'. En este contexto, una situación aparentemente normal se convierte en extraordinaria: la puntualidad. «Visitamos pueblos afectados todas las semanas y los alcaldes sesorprenden mucho de que un vicepresidente llegue antes de hora», comenta otra de sus subordinadas.

Unas formas que se pierden como la crispación imperante en la política. Ese ambiente, sostiene el teniente general, «no puede ser cómodo para nadie salvo para alguien que tenga patología de la conducta y sea feliz en la crisis permanente». Él mismo es testigo directo de ello en las tensas sesiones de control que se celebran en las Cortes Valencianas: «Me siento muy decepcionado y creo que si la ciudadanía viera el modelo de debate que utilizan sus representantes se sentiría avergonzada. Se merece más calidad y respeto institucional, y yo veo que no es así».

No obstante, es vicepresidente de un gobierno autonómico y ha tenido que adaptarse al juego. Sus declaraciones al inicio chocaron con el argumentario de la Generalitat y del PP en algunos temas derivados de la dana, como quién tenía el mando para tomar decisiones aquella fatídica jornada. «No puedo actuar como lo que no soy. A lo mejor me he tenido que contener en algún momento o he tenido que modular mejor, madurar un poco más una afirmación para que sea mejor recibida por una audiencia, pero nada más». «No me he callado nada», asevera, pese a que desde Vox -con quien el PP acaba de aprobar los presupuestos de la Generalitat- le llegó a llamar «enemigo» e «infiltrado del traidor Sánchez», en referencia al presidente socialista. Su buena relación con el comisionado del Gobierno para la dana, José María Ángel, contribuyó a ello. Pero esa búsqueda de puentes con el Ejecutivo central -entre sus funciones está la de coordinar las relaciones con el Estado- parece que no ha dado sus frutos. Las «respuestas evasivas» del Ejecutivo a activar una comisión mixta y las visitas de ministros a Valencia sin comunicarlo a los consellers, son algunos de sus reproches. «Están aparentemente en una campaña electoral permanente utilizando algo que debería de salir de este debate sin ninguna duda», critica.

-Que no exista esa coordinación, ¿está dilatando más la recuperación?

-Sin duda. Si hay hasta cuatro niveles -central, autonómico, provincial y local- en los que convendría coordinar actuaciones para que fueran más congruentes, más simples e inteligibles para todos, ¿cómo es posible que no haya un solo foro donde esas actuaciones se citen, se sincronicen y cuando haya un conflicto se elimine antes de que físicamente haya que hacerlo?. Esto no responde a a a ningún proceso lógico.

-¿Quién tiene que responder por los 228 muertos?

-Hay una responsabilidad política y otra administrativa. Cuando uno tiene que responder por algo que no ha funcionado y que ha producido un desastre, tiene que ir a los antecedentes que podían haber evitado que eso hubiera ocurrido. Estaríamos hablando de un plan hidrológico nacional que arranca en el 2001, con dilaciones sobre obras estructurales a lo largo de la cuenca, en sistemas de alerta temprana que no estaban instalados... No es una responsabilidad única, sino que hay responsabilidades concurrentes. La Justicia en su momento determinará si la hay penal. La política se sustancia regularmente en las elecciones, donde la ciudadanía es la que establece cuál es el grado de responsabilidad que hace asumir a quien considera el responsable. Los daños materiales se han producido por un ineficiente comportamiento de los servicios públicos. Hablamos de presas, de azudes, de alarmas... De muchas cosas.

-¿Estuvieron a la altura la Generalitat y el Gobierno el día de la dana?

-Yo no estaba. No se lo puedo decir. Tocar de oídas es una mala cosa.

-¿Qué hará cuando termine?

-Seguir con mi vida. Tengo tres nietas, me gusta escribir, me gusta la geopolítica, ayudo a empresas…

-¿Escribir un libro sobre esta experiencia, quizás?

-Tardará.