«Nos tuvimos que encerrar en la tienda y pasamos miedo recordando lo que pasó con la dana en Valencia»
Valladolid se afana en volver a la normalidad tras el «susto» por el intenso aguacero que inundó comercios, bajos y garajes
El día después de la tromba de agua

«Después de la tempestad viene la calma», piensan este miércoles los vecinos de Valladolid que han seguido mirando de reojo al cielo gris con que ha despertado el día. Aún hay cubos y fregonas en locales y garajes de muchas zonas de la ciudad, especialmente en la céntrica calle Platerías y en la calle Esgueva, al abrigo de la Iglesia de la Antigua.
La situación poco a poco se ha normalizado, salvo las zonas más profundas, como varios sótanos de las viviendas de Platerías donde ha habido que recurrir al achique porque el agua ha subido casi un metro. Lo que aún no se ha digerido es el miedo que pasaron muchos de los comerciantes de esta emblemática calle de Valladolid que recuerdan lo sucedido en Valencia con la dana.
Beatriz estaba en el interior de su establecimiento, Ronte, cuando sobre las siete de la tarde empezó a arreciar y vio como el agua subía sin tregua. No era la primera vez, porque ha vivido más de una inundación, aunque no tan grave. «Estábamos encerradas y pasamos miedo recordando la dana de Valencia y lo que tuvieron que pesar todas esas personas», recuerda. Ahora toca evaluar daños después de que una jornada, la del martes, que acabó pasado la media noche cuando lograron, a base de cubos, sacar el agua de la tienda.
La misma situación que vivía Ana Sánchez en la Tetera de Platerías, quien más que la labor en la que tuvieron que emplearse durante horas para sacar el agua, recuerda el «susto» de ver la fuerza de la lluvia y cómo el nivel seguía subiendo, aunque los sacos de arena contra la puerta cerrada evitaron daños mayores.



Isabel Domingo de 'Ringo&Otto' aún tenía en la mañana de este miércoles medio establecimiento sin luz. Las dos fregonas y algunos productos apiñados delatan la labor de las últimas horas. También reconoce que «pasamos miedo con el agua por los tobillos y saliendo del baño. Hasta nos costó cerrar la puerta», una situación similar a la que vivió Mónica Rodríguez en la tienda de trajes de novia Mon, quien, al ser consciente del aguacero, se afanó en subir a una planta superior todos los trajes de fiesta y de novia que pudo porque el agua alcanzó los cuatro dedos. «Pasé miedo, angustia e impotencia; nunca había vivido algo así», asegura recordando cómo en el exterior el nivel superaba la parte del escaparate de madera, de casi un metro, y llegaba hasta el cristal. «Es tu negocio, pero, al final, te tienes que cruzar de brazos y ver cómo se inunda», confiesa. Afortunadamente, reconoce, los daños son pequeños porque los vestidos están colocados un poco en alto y, los de novia ya vendidos, siempre están a buen recaudo.
Así que los establecimientos de Platerías están hoy, en general, abiertos, después de que entre todos se afanaban la noche anterior durante horas en achicar agua. También los vecinos de esta calle se han visto afectados por un aguacero que ha inundado los bajos, inutilizado el ascensor y en algunos casos, incluso, cortado el suministro eléctrico.
Maribel de Castro es residente y responsable del establecimiento Casa Brígida. En el comercio, que está al comienzo de la vía, no ha habido inundaciones porque los mayores embalsamientos se producen de la mitad hacia la iglesia, pero sí en los bajos de las viviendas. Esta vecina se queja de que estas situaciones se producen casi cada año porque, a su juicio, el colector no tiene capacidad suficiente para recoger todas las aguas que llevan de distintas zonas y concluyen en este punto. «Es verdad que lo de ayer fue extraordinario pero con un colector más grande...», insiste y mira al Ayuntamiento para que tome medidas al respecto.
Lo cierto es que ya son años de experiencia así que los vecinos saben cómo actuar. «Yo, cuando lo veo venir, cierro la puerta, subo el ascensor al cuarto piso y le quito la luz para que no se pueda utilizar», explica. Sin embargo, en el episodio de este martes, se dio una circunstancia nueva y es que hubo más ayuda y colaboración que nunca: «Desde la dana, ayuda todo el mundo».
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