No para, no pasa

Zamora se reivindica este mediodía frente a su hermosa estación de tren, una de las más bonitas de España, contra la supresión de trenes, de ese AVE madrugador que obliga a sus usuarios a pernoctar en Zamora o Madrid si tienen que hacer un papeleo o una consulta médica; ese tren madrugador que cogen los pacientes que necesitan quimio que sufren además del mal de la España Vacía, esa España Vacía que sólo importa cada cuatro años porque los votos, por pocos que sean, sí cuentan.

Zamora se levanta hoy cabreada de que le den con la puerta en las narices, como le ha dado Renfe al presidente de la Diputación, Javier Faúndez, con la chulería y la prepotencia de quien nada tiene que escuchar, después de decirle a los socialistas zamoranos que es asunto cerrado.

La Alta Velocidad era la promesa, el futuro. Zamora cedió sus tierras, su suelo, para crear infraestructuras de las que beneficiarse, que vertebrasen el terreno y agrupasen a sus gentes. Pero esa generosidad, ese esfuerzo, sólo era la excusa para sacrificar una vez más a los zamoranos en función del interés de los demás. Que no somos nada. Nos pasan por encima, como los aviones que atraviesan nuestro cielo y lo convierten en el espacio aéreo más saturado de España. Nos cruzan la provincia de norte a sur sin detenerse a por los viajeros del andén. Que no es cosa de números, que esto va de servicios, de justicia, de la igualdad que pregona la Constitución, cada vez más quebrada y prostituida.

Y digo yo que si disfrutan de nuestros cielos limpios, de nuestros paisajes verdes, sierras, montañas; de esas tierras expropiadas que les sacaron a las gentes de Sanabria y Carballeda; estas tierras de paso a cambio de nada, de dejar con el culo al aire a los viajeros madrugadores porque se les pone en los mismos al 'menestro' Puente -flaco favor nos hace a los de su tierra- y su amigo de Vigo, el de las luces, y un poco más arriba al gran jefe de la cosa, que si no será cosa de plantear un alquiler global de la provincia, un canon, para que pase la Alta Velocidad que sacrifica a los zamoranos, ya sobradamente mermados en sus derechos.

Zamora hoy se levanta en pie de guerra. Mi gente alza por fin su voz siempre tan mansa, tan callada, para que se nos escuche alto y claro desde la indignación y la hartura. Si no para, no pasa.