La legendaria masacre romana que nunca ocurrió
Un nuevo estudio desmonta la historia de una sangrienta batalla en uno de los mayores castros de la Edad del Hierro en Gran Bretaña
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En el suroeste de Inglaterra, sobre una colina que domina el paisaje del condado de Dorset, se alza Maiden Castle, una de las fortificaciones de la Edad del Hierro más imponentes de Gran Bretaña. Sus colosales murallas han fascinado a los arqueólogos, sobre todo ... desde su estudio en la década de 1930, cuando Sir Mortimer Wheeler, una de las figuras más influyentes de la arqueología británica del siglo XX, lideró las excavaciones que revelaron una serie de tumbas humanas, con muchos restos marcados por heridas de arma blanca. Aquellos cuerpos, encontrados al pie de las defensas de tierra del fuerte, fueron interpretados como víctimas de una batalla sangrienta durante la conquista romana de la isla. Según Wheeler, eran los restos de un último y desesperado acto de resistencia de la tribu local de los Durotriges frente al avance implacable de la legión romana.
Durante casi un siglo, esa narración se mantuvo inalterada. La imagen de guerreros británicos abatidos por espadas romanas, sepultados en el lugar donde cayeron, pasó a formar parte del imaginario popular y académico. Maiden Castle no solo se convirtió en un símbolo del fin de la Edad del Hierro en las islas británicas, sino también en una metáfora poderosa de resistencia cultural ante la expansión imperial.
Sin embargo, una nueva investigación realizada por un equipo de arqueólogos de la Universidad de Bournemouth cuestiona ahora esa interpretación, y propone una narrativa más compleja y menos épica. El estudio, dirigido por el doctor Martin Smith, especialista en antropología forense, y el doctor Miles Russell, académico en arqueología prehistórica y romana, ha vuelto a analizar los restos humanos exhumados por Wheeler, con técnicas contemporáneas de datación radiocarbónica y nuevos enfoques bioarqueológicos entre los que hay análisis forenses, genéticos, químicos y osteológicos.
Los resultados sugieren que los individuos enterrados en Maiden Castle no murieron todos en un único evento bélico. En lugar de representar a víctimas de una masacre romana, los cuerpos pertenecen, según los investigadores, a personas que fallecieron a lo largo de varias décadas, desde finales del siglo I a.C. hasta inicios del siglo I d.C. «El hallazgo de docenas de esqueletos humanos con lesiones letales por armas nunca estuvo en duda», explicó Smith en declaraciones recogidas por la Universidad de Bournemouth, «pero al realizar un programa sistemático de datación radiocarbónica hemos podido establecer que estas personas murieron a lo largo de un período prolongado, no en un solo y terrible evento».
Las implicaciones de esta reinterpretación son significativas. Lejos de representar una confrontación directa con el poder romano, los enterramientos reflejan un contexto de violencia esporádica, posiblemente resultado de conflictos internos, disputas dinásticas o prácticas judiciales propias de la sociedad de la época. En palabras de Russell, «desde los años treinta, la historia de britanos luchando contra romanos en uno de los mayores castros del país se convirtió en una pieza fija en la literatura histórica. Con la Segunda Guerra Mundial a las puertas, nadie estaba realmente preparado para cuestionar los resultados».

Además, «la historia de hombres y mujeres inocentes de la tribu de los Durotriges siendo masacrados por Roma es poderosa y conmovedora. Aparece en incontables artículos, libros y documentales. Se ha transformado en un momento definitorio de la historia británica, marcando el final súbito y violento de la Edad del Hierro». Pero, añade, «el problema es que parece que no ocurrió realmente».
Revisar otros sitios
La tesis de Bournemouth desafía no sólo la interpretación de lo ocurrido, sino también la metodología con la que se ha abordado la lectura de muchos otros sitios arqueológicos británicos. Para Paul Cheetham, investigador visitante en la misma universidad, el caso pone en evidencia la necesidad de revisar los supuestos y los métodos con los que se analizan los cementerios antiguos. «Aquí interpretamos esto como la convivencia y muerte de distintas culturas, o bien como ritos funerarios determinados por reglas sociales complejas o divisiones jerárquicas dentro de esta sociedad de la Edad del Hierro» y «aunque la excavación de Wheeler fue excelente para su tiempo, solo pudo investigar una fracción del sitio. Es probable que queden muchas más tumbas por descubrir alrededor de las enormes murallas».
El hallazgo también invita a replantear la dinámica de la conquista romana en sí. Si bien es innegable que la campaña de Claudio en el año 43 d.C. trajo consigo episodios de violencia y represión, el caso de Maiden Castle muestra que no todas las muertes violentas en las décadas previas deben atribuirse automáticamente a enfrentamientos con las legiones. Más bien, podrían haber sido expresión de tensiones sociales endógenas, luchas por el poder o incluso ejecuciones rituales. En este sentido, la cronología fragmentada de los entierros evidencia que las estructuras sociales y políticas de las tribus británicas eran más conflictivas y dinámicas de lo que las narrativas unificadas de conquista han dejado entrever.
La revisión crítica de este yacimiento, tan emblemático en la arqueología británica, es también una muestra del progreso metodológico de la disciplina. Según los expertos, las técnicas de datación actuales y la colaboración estrecha entre disciplinas permiten una resolución temporal que era inimaginable en los años treinta.
A pesar de todo, los investigadores advierten que muchas preguntas siguen sin respuesta. ¿Quiénes eran exactamente los individuos enterrados en Maiden Castle? ¿Qué tipo de violencia sufrieron y en qué contextos? ¿Por qué fueron enterrados dentro de una fortaleza aparentemente ya en desuso? De momento, lo que queda claro es que una de las escenas más dramáticas del relato histórico británico deberá ser reescrita. Como concluye el doctor Russell, «el ejército romano cometió muchas atrocidades, pero esta no parece ser una de ellas».
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