Aldo Cazzullo
«Italia y España son dos sociedades secularizadas, pero unidas por las raíces bíblicas. Si rascas un poco, debajo de todo está la Biblia»
El autor presenta este sábado en Madrid el libro que conquistó Italia en el 2024 y sigue entre los más vendidos, con 360.000 copias
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«La Biblia es más que actual, es eterna, habla de nosotros. Tiene tres niveles de lectura: como texto sagrado, como raíz cultural y como una gran novela o una gran historia, porque es una obra maestra literaria». Con esta perspectiva fascinante, Aldo Cazzullo ... desentraña las claves de su exitoso libro 'El dios de nuestros padres', un fenómeno literario que conquistó Italia en 2024 y ahora llega a España (HarperCollins, 368 páginas). Fue el libro más vendido en el país transalpino el pasado año y sigue aún en las listas de los más leídos, con ventas que superan 360.000 copias. Subdirector del Corriere della Sera, primer periódico de Italia, Aldo Cazzullo es uno de los periodistas más reputados de Italia. Con una treintena de libros publicados, se ha convertido en un divulgador de éxito, tanto en las librerías como en televisión. La edición española de 'El dios de nuestros padres' (HarperCollins, 368 páginas), que está ya en las librerías, será presentada el 7 de junio en Madrid por Aldo Cazzullo, junto a Javier Cercas.
Pregunta: En un emotivo prólogo, cuenta que comenzó a releer la Biblia al lado de la cama de su padre enfermo en el hospital. ¿Cómo nació la idea del libro?
Respuesta: Yo había decidido ya escribir un libro sobre la Biblia. El hecho de releerla durante su enfermedad y luego tras su muerte tuvo en mí un impacto muy fuerte. Lo titulé 'El dios de nuestros padres' porque nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros antepasados creían en Dios como en el hecho de que el sol sale y se pone. Esa era una fe que ha sostenido a la humanidad durante siglos: los hombres vivían convencidos de estar bajo la mirada de Dios. Esa fe yo la tenía de niño, pero la perdí. Sin embargo, la enfermedad y la muerte de mi padre me acercaron a la Biblia con ojos nuevos. No he vuelto a encontrar la fe, sería mentir decirlo, pero un poco de esperanza sí. Cualquier esperanza en una vida futura, la esperanza de que la vida no termine del todo aquí, la esperanza de volver a ver a mi padre no puede separarse de la fe en Dios. Y no en un Dios genérico, sino en un Dios misericordioso, que se ocupa de nosotros, que cuida de nosotros. En la Biblia hay páginas terribles, pero también las hay llenas de amor.
P. ¿Cómo se explica el éxito del libro en una sociedad secularizada como la italiana, y ahora se edite en España, con una sociedad incluso más laica?
R. Conozco y amo profundamente España. Publiqué el año pasado 'Roma. El imperio infinito' (HarperCollins). Sigo las elecciones españolas desde 2004. Italia y España tienen profundas raíces católicas y ambas están muy secularizadas: la gente va poco a misa, cree menos. Pero la diferencia es que en España si eres católico, eres percibido como de derechas; mientras en Italia es transversal, hay católicos de izquierda. En cuanto a la legislación, Italia está más atrasada: no hay matrimonio entre homosexuales, no se permite la adopción por parte de homosexuales, no existe una ley sobre el fin de la vida. Así que la influencia de la Iglesia es más fuerte que en España. Pero las raíces culturales son comunes. Lo interesante es que, si rascas un poco, debajo de todo está la Biblia, está el Evangelio, está Jesús.
P. ¿Y qué suponen hoy esas raíces en nuestra cultura?
R. La Biblia tiene tres niveles de lectura, en mi opinión: como texto sagrado para quien tiene fe, y lo es para tres religiones: judaísmo, cristianismo y también el islam (María es la mujer más citada en el Corán). Pero también puede ser leída como la raíz cultural de nuestra cultura judeocristiana, es decir, en la Biblia están todos los arquetipos de nuestra psicología: el fratricidio por parte de Caín, la guerra, el amor (¡en el 'Cantar de los Cantares!). Además, la Biblia es una obra maestra literaria, una gran novela en el sentido más noble, una gran historia.
P. ¿Por qué considera que la Biblia se puede leer como una gran novela?
R. La Biblia es un texto sagrado para el creyente. Pero es también un libro maravilloso que tiene elementos narrativos extraordinarios. Le doy dos ejemplos. La historia de José es tan bella que Goethe dijo: 'Lástima que sea tan corta0'. Thomas Mann, recordando esa frase, escribió 'José y sus hermanos'. Esa historia es moderna porque gira en torno a la interpretación de los sueños. La interpretación de los sueños es también el título de la obra de Freud que abre el siglo XX, pero esa expresión ya está en la Biblia. Dios habla a través de los sueños, y José los conoce -los interpreta al faraón- porque está inspirado por Dios. Otra historia es la de Susana, mujer bellísima acosada por dos viejos. Cuando ella los rechaza, la acusan falsamente de adulterio. Pero un joven, inspirado por Dios, el profeta Daniel, demuestra su inocencia y hace condenar a los acosadores (stalkers los llamaríamos hoy). La Biblia es más que actual, es eterna.
P. ¿Qué otros personajes bíblicos destacaría?
R. Hay muchas figuras femeninas fascinantes. Además de Susana, otra es Judit, una viuda, y, por tanto, en la mentalidad de la época, una persona frágil. Pero es ella quien salva a su pueblo; seduce al general Holofernes y lo decapita. Muchas veces en la Biblia Dios se confía a mujeres o a hombres frágiles: Sara y Abraham son ancianos y sin hijos; Isaac es ciego; Jacob cojo, Moisés tartamudea, David es un joven pastor que derrota al gigante Goliat.
P. Usted ha escrito varios libros que reconstruyen la identidad italiana. ¿En qué medida la Biblia nos ayuda a encontrar nuestra identidad?
R. La identidad no es algo que se elige, es algo que se hereda. De toda gran historia, y también de la Biblia, se puede decir en latín: 'fabula narratur de te', la historia habla de ti. Todos hemos sido Abel cuando hemos sufrido una injusticia, Caín cuando hemos odiado, David cuando hemos enfrentado un reto imposible. La historia de la Biblia nos concierne. Quizás la hemos olvidado o nunca la hemos leído, pero la reconocemos. Piensa en cuántas películas, pinturas, obras de arte se inspiran en la Biblia: Murillo, Velázquez, Zurbarán, el Greco, Ribera...
P. ¿Cómo puede la Biblia ayudarnos a comprender nuestro tiempo?
R. En la Biblia está la naturaleza humana. Como dice el Eclesiastés, hay un tiempo para cada cosa: para amar, para odiar, para la guerra, para la paz. También están las raíces de los conflictos. La palabra Palestina deriva de los filisteos. Sansón capturado por los filisteos en Gaza, destruyó el templo y murió matando a los filisteo. Es casi una metáfora de la autodestrucción que Israel corre el riesgo de vivir. Egipto e Israel se enfrentaron en 1967 y 1973 en el Sinaí, ante el mismo Mar Rojo que Moisés cruzó. No existe otro caso en la historia de dos pueblos que se enfrenten en el mismo lugar después de 3.000 años. Es impresionante.
P. A propósito de Palestina, ¿es posible la paz sin comprender estas narraciones milenarias?
R. El segundo mandamiento dice: 'No tomarás el nombre de Dios en vano'. No significa solo no blasfemar, sino no instrumentalizar a Dios con fines políticos o ideológicos. No matar en nombre de Dios, como se ha hecho tantas veces. 'Deus vult', Dios lo quiere, gritaban los cruzados. Hoy lo lleva tatuado el ministro de Defensa de Trump. 'Allahu akbar', Dios es grande, gritan los terroristas islámicos antes de hacerse explotar. También hay extremistas judíos. Quien mata en nombre de Dios viola su mandamiento. En Gaza, ante la noticia de una pediatra que recibió los cadáveres de sus nueve hijos, uno no puede callar. Callar es complicidad. Hay que detener la masacre, también en interés de Israel.
P. Su relato inspirado en el texto sagrado ha fascinado. El ministro de Educación, Giuseppe Valditara, propuso incluir la Biblia en el programa de la escuela primaria. ¿Por qué merece la pena leerla?
R. Creo que es importante leer la Biblia, pero no imponerla en la escuela. Las cosas impuestas no funcionan. Hay que leerla como texto sagrado para quien tiene fe, pero también por su raíces culturales y como gran obra literaria, como la Ilíada, la Odisea, el Quijote, la Divina Comedia. En mi libro cito el principio del Quijote: 'En un lugar de la Mancha...' y el del Génesis: 'Al principio Dios creó el cielo y la tierra. La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el espíritu de Dios se cernía sobre las aguas…'. Es bellísimo. Una obra maestra literaria.
P. ¿Puede la Biblia orientar en este tiempo marcado por la revolución de la inteligencia artificial, con un Papa que ha mostrado su interés por la revolución digital?
R. Me gusta muchísimo el Papa León, como me gustaba Francisco. Él pensó en León XIII, el Papa de la 'Rerum Novarum', que intentó conciliar el cristianismo con la modernidad en tiempos de la revolución industrial. Hoy vivimos la revolución de la inteligencia artificial, que corre el riesgo de eliminar el trabajo de la clase media. El Papa está atento a esto, y eso me conforta porque la combinación de IA y biotecnologías -piense solo en la clonación-, en teoría puede conducir a un mundo posthumano. Puede haber cuerpos biónicos, que tendrán como cerebro un ordenador. Sabrán mucho más que nosotros, serán más inteligentes y no sé por qué deberían obedecernos en lugar de darnos órdenes. Y hombres, como Elon Musk sueñan con ser inmortales, quizá poniendo su conciencia, su memoria en un chip, y este chip colocarlo al cuerpo biónico. No es ciencia ficción, se puede realizar. Quizás si les hubieran dicho a nuestros abuelos que un día hablaríamos por teléfono móvil, no lo habrían creído. Por eso, el Papa León vigila sobre esto, con la fuerza de la sabiduría milenaria de la Iglesia, que se funda en la Sagrada Escritura, en la Biblia y en el Evangelio.
P. Para concluir, una pregunta que usted suele hacer a sus entrevistas: ¿Cree en el más allá, cómo se lo imagina?
R. Yo tengo miedo de que no haya nada. Pero espero que haya algo. En mis sueños, el más allá es un prado verde donde todos somos niños, corremos felices sin odiarnos ni envidiarnos. Racionalmente, pienso que es un lugar donde nuestra conciencia sobrevive, donde finalmente estaremos en paz con Dios, dentro de Dios. Tengo esa esperanza.
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