Donde habita el olvido
Balneario de Busot: sólo quedan fantasmas
Las leyendas y su antiguo esplendor alientan el mito del Hotel Miramar, hoy abandonado
La puerta del infierno
Luces de mortalidad

Fue durante más de seis décadas lugar de recreo y descanso de la aristocracia y la alta burguesía. Hoy es un edificio abandonado, en visible estado de deterioro, un vestigio del pasado que testimonia un tiempo que jamás volverá. Estamos hablando del balneario de Busot ... , donde antaño el Hotel Miramar albergaba un casino, una sala de fiestas, dos capillas, una piscina, una biblioteca y más de un centenar de habitaciones.
La finca, situada a un kilómetro de Aguas de Busot (Alicante), era propiedad de José Miguel de Rojas, conde de Casa Rojas, que obtuvo la titularidad en un pleito con el Estado. Había allí un edificio con baños termales. Un documento, fechado en 1596, refleja que el terreno era ya usado como balneario en esa época, aprovechando un acuífero de agua caliente.
El conde de Casa Rojas, un pintor reconocido, decidió construir el Hotel Miramar, inaugurado en 1867. Las imágenes, tomadas a principios del siglo XX, muestran el lujo del establecimiento. Sus lámparas, sillones de terciopelo, alfombras y salones acogían no sólo a la nobleza y las altas esferas de los negocios. Por allí, pasaron también Giner de los Ríos, Torcuato Luca de Tena, Lerroux y Marcelino Domingo por citar algunos de sus visitantes.
Al estallar la Guerra Civil, el gobierno republicano adquirió el inmueble y lo destinó a hospital antituberculoso
Desde 1890 hasta 1930, el Miramar fue un escenario de celebración de banquetes, bodas y fiestas como el Carnaval y la Noche de San Juan. Disponía en la planta tercera de suntuosas suites con vistas al mar, sólo al alcance de una minoría. Su propietario mandó incluso construir una gruta con estalactitas para tomar baños termales.
Al estallar la Guerra Civil, el gobierno republicano adquirió el inmueble y lo destinó a hospital antituberculoso infantil. A finales de los 60, la enfermedad estaba ya erradicada, por lo que el edificio se hallaba casi vacío. La Administración realizó estudios para destinarlo a otros usos, pero finalmente se cerró en los años 70. Fue comprado por una sociedad inmobiliaria de Orihuela, que perdió la propiedad por deudas.
El balneario de Busot, vallado para evitar el pillaje, muestra hoy los efectos devastadores del tiempo. Hay techos apuntalados para evitar el derrumbe, mientras que sus pasillos vacíos, las goteras y los tablones en el suelo contrastan con su viejo esplendor.
Desde los años 80, no faltan los aficionados a la parapsicología que se adentran en las ruinas del balneario, donde se dice que se pueden observar apariciones en la noche y escuchar misteriosas voces. Hay quien asegura haber visto a una elegante dama vestida de blanco, que sería la esposa del conde de Casa Rojas. Varias televisiones desplazaron sus equipos para filmar esos sucesos paranormales. También hay constancia de que algunas sectas utilizaron el lugar como escenario de sus rituales.
El balneario de Busot es un lugar en el que la leyenda prevalece sobre la realidad. Se cuenta que cientos de personas se ocultaron en sus túneles durante la Guerra Civil y que sus galerías subterráneas comunican con una cueva cercana. Y se dice que el enclave está maldito por las desgracias que empezaron a suceder en la década de los 40.
La historia del Hotel Miramar puede ser reconstruida porque el propio conde de Casa Rojas redactaba una memoria anual, recogiendo todas sus actividades. El aristócrata aseguraba que los romanos ya explotaban las aguas termales de lo que se llamó 'la nueva Riviera española'.
La propiedad de la finca es actualmente privada, pero los planes para rehabilitar el balneario están paralizados desde hace mucho tiempo por su elevado coste y la falta de viabilidad económica. Hoy sólo quedan esos fantasmas que luchan contra el olvido de lo que fue el Hotel Miramar.
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