Sant Jordi 2025
Recorrido por las miradas del cine a la Barcelona cambiante
CINE
Hay numerosos cineastas que han plasmado la piel mutante de la ciudad desde aquel empuje de la Escuela de Barcelona con Portabella, Jordá, Jacinto Esteva...

La llegada en Francia de la 'Nouvelle Vague', el 'free cinema' británico y los aires de las nuevas cinematografías en todo el mundo, incluso en España con lo que se llamó el Nuevo Cine Español y la irrupción de directores como Saura, Patino, Camus ... o Regueiro, fue un impulso para que también en Barcelona surgiera otra mirada a principios de los años sesenta, cuyos cineastas tomaron por nombre el de Escuela de Barcelona. Directores inquietos y con ganas de descubrirle al cine otras geografías e historias de la ciudad, nombres como Pere Portabella, Jacinto Esteva, Vicente Aranda, Joaquín Jordá, Carlos Durán, Jorge Grau, Jaime Camino, incluso el asturiano Gonzalo Suárez, el gran fotógrafo Juan Amorós o el arquitecto Ricardo Bofill… Un grupo heterogéneo, bien situado social y económicamente y que se autodefinía como la 'gauche divine', empezó a alumbrar su particular estilo al calor nocturno del mítico Bocaccio.
El debut deJaime Camino con 'Los felices sesenta', las primeras películas de Vicente Aranda 'Brillante porvenir' y la experimental 'Fata Morgana', o la que se considera como manifiesto del movimiento, 'Dante no es únicamente severo', de Jacinto Esteva y Joaquín Jordá, empiezan a establecer un nuevo paisaje estético y propician la irrupción de nuevas figuras igualmente en posesión de un estilo distinto, moderno, como Teresa Gimpera, Serena Vergano, Romy o Irma Walling, y se sumarían al movimiento de la Escuela profesionales como Paco Rabal, Antonio Ferrnadis, Núria Espert y Capucine (hizo 'Las crueles', de Vicente Aranda). En paralelo, surgían también otras miradas como la de Francisco Rovira Beleta, que filmó la Barcelona atípica y pegada al mar en 'Los Tarantos', en 1963, el mundo pasional, social y gitano del barrio de Somorrostro.
A mediados de los años setenta y con la llegada de la Transición, el cine y Barcelona se aliaron para encontrar nuevas formas de expresión y otras perspectivas de la ciudad, desde la histórica, como en 'La ciudad quemada', de Antoni Ribas, a la que observaba los cambios sociales y morales que surgían, como 'Ocaña, retrato intermitente', de Ventura Pons. Y títulos como 'La oscura historia de la prima Montse', de Jordi Cadena, sobre la novela de Juan Marsé, o 'La plaça del Diamant', de Francesc Betriú, basada en la novela de Mercè Rodoreda, trajeron no solo un nuevo vínculo del cine con la ciudad, sino también de ambos con la literatura. En el caso de Juan Marsé, tuvo gran trascendencia, y en 1984 se pudo ver en la pantalla su obra referencial 'Últimas tardes con Teresa', dirigida por Gonzalo Herralde, y que ya visualizaba el 'arriba y abajo' de una Barcelona que tomaba conciencia de sus dobleces.
'Cine quinqui'
Es parte esencial de 'las nuevas Barcelona' la figura de José Antonio de la Loma, que le dio nombre al subgénero de 'Cine quinqui' y ofrecía en sus películas unos personajes marginales y los ambientes delictivos de la ciudad. Títulos como 'Perros callejeros', 'Las alegres chicas de El Molino' o 'Yo, el Vaquilla', eran el retrato de una época, años setenta y ochenta, en los que se subrayaba ya la inseguridad, la corrupción social y política, las desigualdades y la invasión de las drogas y la delincuencia juvenil.
Un momento clave para que el cine reflejara con originalidad los cambios sociales y de paisaje que llegarían con los Juegos Olímpicos de 1992 fue la fundación de la ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña), de donde saldrían algunos de los grandes nombres del cine catalán de las últimas décadas, como Juan Antonio Bayona, Mar Coll, Kike Maíllo o Javier Ruiz Caldera, y cuya forma de ver y entender el cine influyó en lo que ha sido el nuevo cine de autor catalán, del que han surgido nombres como Marc Recha, Judith Colell, Neus Ballús, Dani de la Orden, Clara Roquet, Elena Martín, Belén Funes o Carlos Marques-Marcet, entre otros muchos de una generación especialmente brillante y muy permeable a los continuos cambios de Barcelona. Películas como 'La plaga', de Neus Ballús, o 'Elisa K', de Judith Colell y Jordi Cadena, o 'Libertad', de Clara Roquet, son solo algunos de los testimonios del proceso o progreso de las nuevas miradas del cine.
Pero, hay numerosos títulos y cineastas que han plasmado la piel cambiante de la ciudad desde aquel empuje de la Escuela de Barcelona o desde la atmósfera nocturna y de Barrio Chino de películas como 'Sinatra', de Francesc Betriú (1988). Algunos de los que mejor han construido la imagen de la Barcelona del nuevo siglo y de sus habitantes han sido Cesc Gay y 'En la ciudad', o la doble visión de Dani de la Orden en 'Barcelona, noche de verano' y 'Barcelona, noche de invierno', con un dibujo fresco, laborioso y lleno de matices, y que se complementan con otros puntos de vista 'ajenos', como el de David Trueba en 'Saben aquell', o incluso Woody Allen en 'Vicky Cristina Barcelona', a una ciudad que siempre ha sabido mirarse en la pantalla. Y que, de un modo o de otro, sabe encontrar el éxito en su reflejo, sea social, dramático, divertido o mordaz, como en sus dos recientes grandes títulos, 'El 47' y 'Casa en llamas'.
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